Amar a un mayombero.
- Nzo Unganga
- 16 dic 2017
- 2 Min. de lectura
Amar a un palero no es fácil. Tal vez sea por ello que tantos de nosotros permanecen solos durante años sin elegirlo o sufren de relación en relación hasta que encuentran aquella en la que se sienten totalmente aceptados. Amar a un palero no es fácil porque a nadie le preparan para ello, y nadie piensa que algún día se encontrará inmerso en una relación mágica, de verdad. No es fácil porque traemos con nosotros el recuerdo de mil historias de amor anteriores y nuestro corazón late con la fuerza de mil vidas, así que la intensidad de nuestros sentimientos y lo que esperamos de los demás a veces asusta. No es sencillo porque lo que para otros hombres y mujeres son símbolos de amor, para nosotros son cadenas. Los sueños y ambiciones de otros, para nosotros son prisiones. No es fácil porque esperamos que quien amamos sea mejor cada día, tal como lo esperamos de nosotros mismos.
Para atreverse a amar a un palero hay que estar dispuesto a darle la vuelta a todo lo que creímos siempre que era el amor. Un palero te querrá a su lado como cómplice, como compañero y amante compartiendo tres vidas. La tuya, la de él y la que construiréis en común. Nunca alcanzarás del todo el centro de su corazón, porque ese lugar sólo le pertenece a el. Un palero nunca se entregará por completo a otra persona porque sabe que su verdadera esencia sólo es suya. Un palero nunca perderá su identidad ni fingirá ser quien no es a cambio de amor. Lleva dentro los secretos del viento de la noche, el misterio de la luna en la mirada y el ritmo de la tierra en su corazón, ¿Cómo podría querer ser otro si el ya lo es todo? Si una persona no es capaz de ver la eternidad en la sonrisa de un palero, nunca podrá comprender del todo la inmensidad de su amor.

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